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Julio Cortázar: la…

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July 30th, 2019

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Julio Cortázar ha sido y es uno de los máximos exponentes del panorama literario en lengua hispana. Conocido principalmente por su revolucionaria obra Rayuela (aunque todos sus libros son magníficos), marcó un hito en la literatura del siglo XX al romper con las reglas establecidas y crear sin límites. Desde hace años, Cortázar ha sido uno de mis principales referentes y definitivamente uno de mis escritores predilectos. Pero la historia va más allá: Cortázar, a pesar de proceder de padres argentinos, nació en Bruselas, concretamente en Ixelles. Hablaba francés de manera fluida y la lengua gala se ve claramente reflejada en su obra. También siguió el instinto de su alma bohemia y vivió en Argentina y en París, donde murió en 1984.

La primera vez que estuve sola en Bruselas, en un viaje que realicé expresamente para escribir literatura en sus cafés y sus calles, no pude dejar de acordarme del gran Cortázar y su insuperable obra. Cada vez que abría un libro me acordaba de él, cada vez que alzaba la vista en la Bibliothèque royale de Belgique y admiraba el Mont des Arts (Kunstberg) en panorámica me venía él a la mente y también todos los artistas, todos los flâneurs que han paseado y se han nutrido de la gran inspiración literaria que representa Bruselas.

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Mont des Arts, Bruselas

Por ello, os animo a respirar el panorama artístico que ofrece Bruselas cuando la visitéis y que aprovechéis también para leer la asombrosa obra de Julio Cortázar en vuestro rincón favorito de la ciudad.

Cito aquí un poema de la gran poeta española Sara Herrera Peralta sobre Cortázar. Seguidamente, os dejo también un breve fragmento de un libro mío que estoy terminando de escribir bajo el pseudónimo literario Sophie-Marie Galliard, titulado Sin rumbo fijo. En dicho libro, ambientado en la maravillosa ciudad de Gante, hablo de lo que implica ser artista y, además, en este y otros fragmentos menciono al maestral Julio Cortázar:

«LA TUMBA DE CORTÁZAR

Nos recuerdo frente a la tumba de Cortázar:
aquella tarde llovían piedras
y la tormenta era el cielo haciendo ruido
buscando darnos miedo.
Mi corazón se detuvo y me declaré inocente:
por primera vez te di la mano
y quise ser feliz, lo reconozco.
En silencio nos juramos leer juntos
todos los libros de la biblioteca.
Me abrazaste:
existe un mundo para
cuando este no nos guste, me dijiste.
Y desde entonces ya no quiero vivir
en otra parte.»

Del poemario Documentum (pg. 26), de Sara Herrera Peralta.

 

«[En Gante] Me movía por ambientes interesantes; día a día iba recolectando nuevos rincones con encanto en los que sentirme acogida dentro de aquel país extranjero, y también sentirme comprendida como escritora, como artista, como creadora de mundos paralelos. Fue precisamente así, a través del descubrimiento de un club de escritores que se reunía en un café, de las apasionantes visitas a museos de arte flamenco y de las horas merodeando por librerías de segunda mano en el centro histórico de la ciudad, de la forma en que empecé a adentrarme en el camino del artista. Sin embargo, es un camino que nunca acaba, ya que eso es, en sí, el ser artista: seguir buscando respuestas día tras día, seguir avanzando por la senda del inconformismo y no quedarse satisfecho con lo que nos viene dado sin más. O, dicho en las palabras de Rimbaud, para ser poeta uno debe ser un vidente, un voyant. Es una ruta de formación y cuestionamiento eterno. El artista lo pone todo en duda, no da nada por sentado, y su misión es precisamente la de encontrar un sentido a la vida más allá de lo puramente mundano.

Devoraba toda la literatura que caía en mis manos con impaciencia, con una ansia infinita de palabras que resonaran en el trasfondo de mi mente y alimentaran mi alma: Lautréamont, Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, Valéry, Verlaine. Luego estaba Cortázar, gran Cortázar, y el inigualable Borges. También disfrutaba de las recomendaciones de literatura en lengua neerlandesa que recibía: Hugo Claus, Nescio, Harry Mulisch. La obra cumbre de Claus, La pena de Bélgica, había sido quizás la lectura que más me había impactado desde que había emprendido mi epopeya flamenca unos meses atrás.»

Fragmento de Sin rumbo fijo, de Sophie-Marie Galliard


via: discotecasyfiestas

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